DE LA INFOCAPA DEL ACTUAL NARCISO.

En un texto olvidado, de la época de la guerra fría, Gabriel García Márquez reunió sus artículos e impresiones recogidos en un viaje de investigación periodística  por los países de lo que entonces se denominaba el mundo comunista. En uno de los impresos de De viaje por los países socialistas el Gabo nos cuenta que en un autobús polaco casi todos los pasajeros se entregaban a la lectura en el transcurso del viaje. Está conducta era sin duda estimulada por las políticas públicas de aquellos estados, que promocionan y motivan la degustación literaria masiva como objetivo dentro de los programas educativos. Imposible dejar de ver la analogía entre el vehículo de transporte polaco y el micro de la actualidad, en el cual por lo menos un setenta por ciento (70 %) de los viajeros también lee... wahssaps o tweets o mensajes de texto, si es que no se divierte con un reel o juega Triki, Candi Crush o cualquier otro divertimento virtual (valga la promoción). Desde la época que reseña García Márquez, a la actualidad, los libros han sido sustituidos por aparatos de telefonía inteligente y su utilización es estimulada por los medios de comunicación, las empresas transnacionales, los estados políticos, convirtiendoles en adminiculos imprescindibles de la vida moderna, alter ego de su poseedor. Los años de pandemia, necesario es reconocerlo, aportaron lo suyo. La cuestión es que la masificación de la lectura tenía la finalidad de proveer, al lector, de argumentos para nutrir su capacidad de razonar, de alimentar sus posibilidades de consumir y elegir con criterio; mientras que la masificación del uso de los celulares hace todo lo contrario con la capacidad de razonamiento del individuo: la constriñe al uso de clichés vulgarizados en las redes sociales, mediatizando y relativizando sus posibilidades de consumo y elección; haciendole susceptible de consumir sin criterios de escogencia: consumo acrítico. ¿Que ha pasado entre ambos extremos de la jornada histórica? Se ha pasado, entre otros fenómenos, de la cultura del libro a la cultura del tweet o del wahssap; se ha transitado de un universo pleno de sentido con concurrencia limitada de la información, a un universo pleno de  información pero ayuno de sentido. En alguno de los ejemplares de la saga de Harry PotterA. J. Rowling resucita y resemantiza la leyenda de la capa que hace invisible a quien se cubre con ella. Byung-Chul Han, el filósofo coreano de La sociedad del cansancio y No cosas  reseña la existencia de una capa que hace invisible al individuo, en la época presente, cubriéndole con un manto de datos, con una ruana de bites, una infocapa que lo muta en un manojo de informaciones transmisibles, reducibles a guarismos. Este manto, más allá que el del estudiante de Hogwarts, no solo hace invisible, sino que también desnaturaliza a su portador. Esa capa tiene la forma de un teléfono inteligente y se ha masificado, homologandonos, a todos sus usuarios, en bites de información que circulan por las redes: aparecemos, posiblemente, en la tendencia de los usuarios de facebook que muestra preferencia por el consumo de libros, por ejemplo; por lo cual los grupos a qué la red social nos sugiere afiliarnos son afines a esta preferencia. La cuestión es que nos sintamos cómodos dentro de la red y sigamos consumiendo (propagandas, objetos virtuales) a placer. Nomopatas del mundo, unios, es la nueva consigna de los que arropan su existencia en las estadísticas que, como la canción de Shakira, son ciegas, sordas y mudas. 

El Popol Vuh relata que cuando el Corazón del Cielo,  padre de todos los dioses mayas, decidió acabar con la humanidad de madera, entonces también los objetos que les habían pertenecido se revelaron contra los humanos de celulosa, y se insubordinaron acusándolos de supuestos malos tratos: las ollas y la piedra de moler los vituperaban y se complacían en humillarlos y golpearlos. Más de siglo y medio después del texto sagrado, de los habitantes del Petén, G. Lukacs, el filósofo marxista húngaro, llamará cosificación a este fenómeno social que atribuye cualidades y comportamientos humanos a los objetos inanimados, aunque en razón de circunstancias diferentes a las de orden mitico (G. Lukacs, La cosificación y la conciencia del proletariadoen: Historia y conciencia de clase)El propio Carlos Marx habló de este fenómeno, llamandole alienación, exponiendo que los objetos se independizan de su creador (en el caso de los objetos culturales), se le oponen y llegan a dominarlo; el caso más distintivo es el del dinero (Carlos Marx, Manuscritos de economía y filosofía de 1844). Hoy ese objeto que es el celular canta, baila, transmite mensajes, informa para nosotros, nos divierte y en cada una de estas acciones nos cubre con una capa de invisibilidad virtual (datos, bites), en la forma última y más extrema de cosificación, de venganza quizás de los objetos por las ofensas infrigidas en el mal uso de ellos, como un cíclico retorno a la circunstancia relatada por el texto de los pueblos originarios centroamericanos. 

Homero cuenta que cuando Zeus deseaba utilizar los rayos, para castigar a la humanidad, entonces hacía comparecer ante el a Hefestos, el dios que los fundía en su fragua (el homonimo de Vulcano en el panteón romano) quien acudía flanqueado de dos autómatas, forjados y ensamblados por el mismo, qué lo sostenían y avanzaban cargandolo (Homero, La Iliada)De la misma manera, cuando el asunto era llevar un mensaje a los mortales, convocaba a Hermes, el de las grebas aladas, que volaba raudo a transmitir las noticias (los dioses mayas tenían un análogo de Hermes que denominan Vuc). Los dioses griegos, en su postrer agonica expresión de vitalidad, regresan mutandose en mágicos talismanes (ya Zeus en persona lo había hecho, Vox populi,  cayendo sobre la hermosa Danae convertido en lluvia de oro, por ejemplo): Hermes y Hefestos uniendo sus fuerzas y habilidades forjaron el celular inteligente, para desatar sobre la humanidad, que ya no los recuerda ni mucho menos los celebra, un nuevo diluvio que los ahogará en datos y los sumergirá en estadísticas, remake del universal desborde acuático que ordenó aquel omnipotente surgido entre las tribus semitas, y como también lo hizo la deidad Maya Quiché con los antecesores de la humanidad de maíz. No obstante la aniquilación esta vez quizás no coincide exactamente con su desaparición física; en este océano de informaciones seremos fuentes productoras de datos, los nuevos acuaman  del diluvio informático universal,  en todo caso, seres deshumanizados, desnaturalizados chapoteando en un océano plagado de infotoxinas. También se evidencia la cohabitación, del de las grebas aladas y del cornudo esposo de Afrodita, en ese artilugio mágico que es la robótica,  cuyo avance quita a los mortales la oportunidad de ejercer trabajo físico, empujando la vivencia de las multitudes en el océano virtual: ya apretar botones y palancas es inclusive para el obrero antediluviano; ahora se trata de digitar en la pantalla táctil y chapotear en el seno de Tetis informática y virtual, la acuosa  madre de los olímpicos, renacida o remozada por el deshielo (post calentamiento global) y por el Neodiluvio cósmico.

Precisamente las cualidades de Tetis (fluides, inestabilidad en la forma, dilución) impregnan los razonamientos, de otro Sócrates del siglo XX, que ha revelado en su indagación como a medida que el ser humano potencia su independencia, afirmando su personalidad y el control de su entorno relacional más próximo; en esa misma medida se acerca y repotencia la vivencia de ese semidios que fue Narciso, el que estaba enamorado de sí mismo. En Modernidad liquidacomo en Amor líquido, Zygmunt Bauman devela las características de esa tendencia, propia de nuestra era, que va alejando al ser humano del compromiso en las relaciones (afectivas, sociales, familiares, laborales) con los demás seres humanos, debilitando la fortaleza de procesos e instituciones que antaño eran esenciales en su autoafirmación como persona (el gremio, el matrimonio, la familia). En este asimilarse a Narciso, los lazos que lo ligan a los otros pierden concistencia, se hacen líquidos y desaparecen. Supervive el enamorado de sí mismo, cubriéndose con su infocapa de invisibilidad que él cree lo hace invulnerable: Acuaman de los fríos océanos de las estadísticas y los bites. 

Umberto Eco, en su Apocalipticos e integradosadvierte sobre esa otra cualidad de nuestro siglo de seres inundados de información: la superabundancia de datos abruma nuestra capacidad individual de procesar y acarrea angustia existencial. Entonces surgen, cual fenómeno social provocado, dos tipos de reacción: la del apocalíptico que avisora la proximidad del fin de los tiempos, que siente la angustia del mal temido y se autoconvense de la necesidad prepararse para esa eventualidad, trazandose la misión de predicar su verdad con ahínco; mientras que desde la otra orilla, los integrados no cuestionan la situación ni sufren angustia, sino que sacan provecho de la misma (de nuevo parodiando a la rapsoda del siglo XXI Shakira: no lloran, facturan) asumiendo los costos (sicologicos, sociales) de la elección. ¿Que hacer en este mundo que nos arropa con su capa de invisibilidad mutando nuestra individualidad en bites de información (Byung-Chul Han)?  ¿Cómo reaccionar en una época que ha licuefactado todos nuestros lazos familiares, sociales, afectivos (Zigmunt Bauman) petrificado nuestro YO en una eterna contemplación de  selfies (Narciso) en ese espejo portátil que es el teléfono inteligente? La elección es personal, y seguramente estará oscilando entre las propuestas colocadas en la mesa por el autor de En nombre de la rosa.   Es intrascendente si pensamos que la situación ha sido eclosionada por una conjunción astrológica, que ha traído de vuelta los arcaicos dioses y su influencia deleterea;   como si consideramos que esta distopia es producto de condiciones economico-sociales determinantes. Mi consejo, de lego en autoayuda y descreido de cualquier fe misionera salvacionista, es tomar la sugerencia del protagonista de Buddacharitaautoría del indú Asvaghosa, y encontrar el termino medio, como lo hizo  Buda en su arduo viaje de aprendizaje. Reitero mi negativa a ser o parecer algo como un santon o iluminado o gurú de la nueva era; es más bien un reconocimiento de que por más que huyamos ya la infocapa nos cubre dónde vayamos; por más que denunciemos con intensidad ya el diluvio nos ahoga en su fluido de bites, aunque no lo percibimos. Se los dice alguien que, paradojicamente, describe la situación (no sé si denunciar sería el termino exacto) desde un celular y colocando la opinión personal en términos virtuales; es decir: agregando una gota más al océano.

6 de septiembre de 2023.
Magoc 

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