DEL FEMINICIDIO Y OTRAS ATROCIDADES.


Desgraciadamente la capacidad de contar, cuando de la infamia se trata, está lastrada por la lentitud de las complicidades y la pesadez de la indolencia. Pasa con el feminicidio: apenas en enero de 2023 se conocieron las estadísticas del año 2021 a ánivel mundial: según la ONU ese año perdieron la vida por causas de violencia 81.100 féminas; de estos 1,571 se perpretaron en diez países de América Latina. Para 2023 el número, en esta última región, subió alarmantemente hasta más del doble, alcanzando la cifra de 3.698 asesinatos. La profesión de las letras no es ajena a las influencias malignas de esta derivación cainita, que destruye la vida bajo el falso argumento del amor pasional, cuando en verdad se trata de inseguridad, de machismo, de actitud enfermiza y posesiva, aunque también convergen otras causas al delito. El feminicidio siembra la muerte, descoyunta las familias, acaba con las posibilidades de futuro promisorio de los hijos, siembra traumas sicológicos que impiden el desarrollo integral de la personalidad; en fin: es la semilla de la mala hierba familiar y social. Aquí vamos a registrar, en los párrafos que siguen, casos de esta plaga que han afectado a cultoras del universo literario, cortando violentamente trayectorias promisorias y privando al mundo de producciones que habrían acrecentado el acervo cultural mundial.

Tan catalana como la iglesia de la Sagrada Familia, de Gaudí, fué Irene Gelpi Lluch (1962 a 2022); por eso sus libros de culinaria están editados en castellano y en su idioma nativo. La escritora se especializó en las recetas vegetarianas y veganas. Recursiva como era creó un foro virtual y se hizo un público en la web, en su incursión al novedoso y exigente universo de la alimentación sana, encontrando amplia recepción, para un mensaje en el que fue haciendo insistencia en la extrema sencillez de las recetas alternativas. Se construyó un estilo con la difusión de algunas  ideas que expresan un modo de vida basado en la filosofía de la sencillez de los gustos, la nutrición vegetariana y la familiaridad en las relaciones sociales; método que denominó Estalvia (termino propio del idioma catalán) en el que se pone de relieve la relación estrecha entre la manera de de vivir, la forma de relacionarse con los demás y su influencia en la alimentación: somos lo que comemos, diría Irene. Las ideas de la catalana se plasmaron en una serie de títulos que se vendían en la web, donde aún se les puede encontrar, como: Estalvia es gratis, la Cocina vegetariana es fácil, Guía práctica de salud y nutrición, Las mejores recetas de cocina, La cocina anticrisis ente otras. Esta era la faceta más conocida de la vida pública de la autora. Pero había otra faceta menos conocida por el común, aunque Irene no la ocultó, por el contrario la hizo pública en un libro que escribió bajo seudónimo, así como en algunas entrevistas que concedió a revistas y a la televisión: y es que la Gelpi Lluch había sido víctima en su niñez de la plaga maligna del abuso sexual. Esta incidencia hacía que la compatriota de Gaudí fuese muy sensible a los casos de este tenor que afectaban a mujeres y niños, los más vulnerables. Es aquí donde entra en escena Juan Lozano Montejo, un pintor y artista plástico de la localidad de Torrellas de Foix quien hacía vida marital con Irene, desde dos décadas atrás, y quien denunció, el 12 de septiembre de 2022, la desaparición de la escritora. Irene y Juan eran personas conocidas y estimadas en aquel rincón de la campiña barcelonesa -donde habían establecido su hogar- por su trabajo y su trayectoria: de hecho, el pintor llevaba décadas desempeñando una labor pedagógica en el área artística, regentando sus propias clases particulares del oficio de retratista y paisajista, especialmente dirigidas a los niños y niñas. Pero (siempre hay un pero) aquí surge otra faceta del artista de marras: el esposo de Irene venía siendo acusado de abusos sexuales a niñas, por exalumnas que habían callado, en su momento, más que a esa altura eran ya adultas; y obviamente, al contrario de su consorte, el pintor de entonces 77 años hacía todo lo posible por ocultar el hecho. En su papel de esposo amoroso, Juan en persona convocó y dirigió infructuosas partidas de búsqueda tras las huellas de la desaparecida escritora; también colocó carteles de "se busca", con el retrato de ella, por todos los rincones de la comunidad. Pero al término de un año no se sabía nada del paradero de Irene. Sin embargo las denuncias de acoso sexual, contra el personaje, golpearon con la contundencia del número de afectadas hasta los predios de los mozos de escuadra, con un añadido: poco antes de su desaparición Irene había sido enterada del expediente delictual de su consorte, cuestión que la había conmocionado profundamente y había motivado ásperas discusiones de pareja, amén de una amenaza de divorcio por parte de la fémina. Es el filósofo griego Empedocles de Agriento (siglo V a.c.) quien formula el dogma según el cual existen dos tendencias muy fuertes en el universo, cual fuerzas primigenias: una de ellas tiende a disgregar y atomizar los objetos, es la que hace desaparecer los mundos y los seres, convirtiendoles en polvo cósmico: a esa fuerza disolutora la llamo Odio (en la teoría sicoanalitica se la homologa a la muerte, Tanatos). La otra tendencia es la inversa: la que une, enlaza, congrega, forma mundos (el Amor en el argot freudiano). Los investigadores se convencieron, entonces, de que el pintor había sido obsesionado por la primigenia inclinación que había descrito el griego, atomizando el cuerpo de la escritora y desapareciendole a raíz de una postrera y violenta discusión; por esta fuerte sospecha y por las acusaciones de asalto sexual a menores de edad, el acuarelista fue reducido a prisión el 10 de octubre de 2023. Hasta ese momento, a pesar de las búsquedas exhaustivas en el lar de Torrellas, los restos de Irene no habían aparecido. La comunidad de sus seguidores aún puede hallar sus textos, a la venta, en la red; pero la investigación en comida vegetariana y culinaria catalana no contará ya, producto de la infamia machista, con el concurso creador de la Gelpi Lluch.
La región de Amambay, ubicada en la frontera entre Paraguay y Brasil, está transitada por un cruce de culturas idiomáticas que la convierte en un ecosistema lingüístico muy particular: convergen allí lusohablantes (procedentes  país de Chico Buarque y Jorge Amado) con hispanoparlantes y cultores del idioma guaraní. Por esta razón, que no es escasa, los libros que escribió Damisela Ricardi Maidana (1964 a 2024) fueron editados en tres idiomas: portugués, español y guaraní. Esta calidad políglota de la creación literaria, de la escritora paraguaya, nos da ya una aproximación a la complejidad que significa escribir en aquel rincón del universo, y para aquel público. Pero para Damisela esta circunstancia no fué más que un gaje del oficio, una raya más para aquella tigresa del Chaco que abordó con responsabilidad social el oficio de las letras. Damisela residió en la ciudad de Pedro Juan Caballero, que alguna vez en el siglo XIX fue escenario bélico, durante la guerra entre la alianza de Uruguay, Argentina y Brasil contra Paraguay (1864 a 1870) que resultó en el despojo de inmensos territorios al país guaraní. La cuestión es que la fémina llevaba en su ser ese espíritu indomable,  heredero de guaraníes y defensores del terruño chaquense, que además expresó a lo largo de la vida y fué vertiendo en su producción literaria. Madre de dos vástagos y abuela de igual número de nietos, Damisela estudió pedagogía y ejerció como locutora en algunas emisoras de la región. Su creatividad, en el universo de las letras, se diseminó en cuentos y poemas reunidos en los siguientes titulos: Cayó en la web, pescado es, Doña laguna, Poesía escuela viva, entre otros. Cómo la catalana, esta oriunda del Chaco ofreció sus letras en internet, donde su obra se internacionalizó. Para el año 2023 ofertaba su producción en un paquete único con precio preferencial, en la finalidad de colectar el dinero necesario para poder pagar su derecho a defensa de tesis de grado, derecho costoso en un país que privilegia la educación como negocio por sobre la tesis que defiende la educación como derecho humano. La obra que podía haber salido de aquella mente creativa, fué truncada, disuelta por un acto inverosímil como horrendo, de un día 6 de febrero de 2024: un ente anónimo privó a la escritora del derecho a la existencia; su cuerpo fué hallado sin vida, con un lazo al cuello, en el interior de un hogar que compartía con la soledad. Se presume que el agresor fué un hombre por el cálculo de la fuerza que se necesitó para llevar a cabo el hecho, amén de que faltaban algunos objetos valiosos en la vivienda. A un año del crimen, la industria de la información ha silenciado los avances en la investigación del caso, mientras la escritora políglota ingresó a la estadística del martirio femenino en aquel país sureño, que solamente en el año 2021 acumuló 35 víctimas fatales en el territorio paraguayo.
El machismo es una conducta que no sólo aupa el género masculino; también el género femenino esgrime comportamientos aprendidos, complementarios, que le dan validez a la visión del mundo que sostiene el prejuicio y el complejo sicológico. Delmira Agustini (1886 a 1913) fue una de las primeras bajas que se pueden imputar al complejo machista. Esta fué una niña nacida y criada en el Uruguay de inicios del siglo XX, en un entorno burgués plagado  de prejuicios morales respecto al comportamiento que se esperaba de una mujer. Pocas opciones se daba entonces a las féminas diferente de convertirse en esposas sumisas y ocuparse de los asuntos familiares exclusivamente, es decir se esperaba que se graduasen en la Licenciatura en Oficios del Hogar con una especialidad en Atención del Marido y Crianza de Niños. Delmira era una niña paciente y tolerante y parecía destinada a cumplir las expectativas sociales y familiares. Sólo un detalle despuntó como lunar diminuto en el satén blanco de aquella vida perfecta: una vez adolescente, la muchacha se inclinó por leer y escribir poesía, y aunque aquellos primeros versos tenían un aire erótico su madre la apoyo, cuestión importante para su prosecución teniendo en cuenta que su progenitora era un bastión de los valores victorianos dentro del hogar. Tan resaltante para su carrera fue el hecho, que a los 16 años (¡siendo aún adolescente!) la joven logra publicar sus primeras composiciones en revistas culturales, con la anuencia de sus severos padres. Como era de esperarse, Delmira se vió influenciada por la corriente literaria entonces en boga: el modernismo que transitó a partir de ese momento por las líneas de sus creaciones. Así inicia su trayectoria a través de una serie de publicaciones que se suceden en el tiempo, como: Libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910), Cálices vacíos (1912); luego de su muerte se publicaron Los astros del abismo y El rosario de Eros. La vena poética de la Agustini se hizo notar con fuerza en el ámbito americano, de tal manera que el poeta nicaragüense Rubén Darío, que en 1912 hacía una visita a Montevideo, expresó su admiración por la obra de la versificadora veinteañera y acepto prologar Cálices vacíos. Pero como dejaron sentado los poetas trágicos griegos: los dioses hacen la desgracia de los seres humanos para su regocijo. Delmira, buena niña de sociedad, no podía escapar a su destino como mujer en aquella época, de manera tal que motivada por la presión social y familiar, aunque no podemos descartar también la labor del travieso Eros, contrajo nupcias con el joven Enrique Job Reyes, un novel comerciante perteneciente a su status social. Al parecer el personaje demostró no tener ni un apice de  sensibilidad, logrando que en el tiempo récord de cincuenta y tres días la recién casada lo abandonase, pretextando maltratos propinados por su cónyuge y volviendo a casa de sus padres. Imaginemos la escena, con una niña delicada y sensible de 27 años escuchando diariamente la letanía de su progenitora ("hija tienes que arreglar la situación con tu esposo...esas cosas se dan siempre en los matrimonios, no eres la primera en sufrirlo ..las mujeres debemos ser tolerantes con ciertas actitudes, sino ¿cómo crees que he podido permanecer todo este tiempo con tu padre?") y la cara de pocos amigos de su padre. El caso es que, a petición del marido repudiado, la muchacha acepto acudir a una reunión de conciliación amistosa (aparentemente había habido algunos encuentros antes, posterior a la separación de pareja) que se celebró en la habitación de un hotel, aún cuando el día anterior había salido la resolución judicial definitiva que daba por hecho el divorcio. Delmira acudió con su sensibilidad poética, con una grandeza de corazón que le impedía ver el tétrico plan detrás del rostro amable; Enrique iba portando las razones de la infamia y las impuso con el peso de 28,50 gm. de plomo, lo que pesan tres balas: una se alojó en su cabeza y dos buscaron refugio en el cuerpo frágil y tibio de la poetisa; era el único verso que el feminicida pudo balbucir, la sola manera que encontró para llegarle al corazón y no lo hizo precisamente con sus labios o su pluma. 
Solamente en nuestra época, cuando ya estamos suficientemente informados sobre lo que son los Fake News, cuando tenemos noción de lo nocivo que es el encadenamiento de los medios hegemónicos de comunicación al rededor de una versión de la noticia, cuando ya hemos evidenciado como el interés espurio puede silenciar la parte o el todo de un hecho para presentar su interpretación al público, cuando nos ha sido revelado como la infamia puede ser vertida mil veces (Goebbels dixit) impunemente sobre un inocente marcado de antemano como chivo expiatorio, sólo ahora podemos entender con algo de veracidad el caso que ahora nos ocupa: 
Una mujer desnuda y en lo oscuro
Genera una luz propia y nos enciende
El cielo raso se convierte en cielo
Y es una gloria no ser inocente 
Una mujer querida o vislumbrada
Desbarata por una vez la muerte.
Así termina el poema de Mario Benedetti que se titula: Una mujer desnuda. Cómo en el revés de la trama, cual negativo de este retrato poético de la corporalidad femenina, las cortinas se abrieron para dejar al descubierto la desnudez aindiada hecha belleza, un día 14 de agosto de 1949 en un cuarto del elegante hotel Tony's Court, en la capital de México. Mientras una supuesta amiga, manejando un lujoso Packard, salía del estacionamiento, las hienas provistas de cámaras y los zopilotes armados de libretas y bolígrafos, se aprestaba, escaleras arriba, a entrar en el apartamento para matar, con su oscuridad de ganapanes, los reflejos de luz que emitía aquella obra de arte tendida entre las sábanas, en la que se extinguian los últimos halitos de vida. Los titulares del día siguiente dieron cuenta de la misión que se  había encomendado a los sicarios de la información, comunicando que la poetisa Rebeca Uribe Mondragón (1904 a 1949) había sido hallada totalmente desnuda y agonizante en aquel lugar, y que a su lado se encontró una jeringa con restos de una sustancia aún no analizada. Posteriores jornadas dieron cuenta del resto de las macabras pinceladas: una amiga, envuelta en un abrigo de pieles, había acompañado a la escritora, en la habitación, hasta pocos momentos antes del hallazgo y la sustancia encontrada en la inyectadora resultó ser cocaína. Las claves semióticas, para construir una imagen de perversión y de transgresión a la moral, estaban dadas y repetidas hasta la abyeccion por el aparato comunicativo: prensa, radio y televisión. Las hienas colocaron las fotografías y los zopilotes redactaron las notas preparadas desde antes del deceso: y convirtieron el poema de Benedetti en un cuento de Edgar Allan Poe.
Rebeca Uribe era una mujer oriunda de Jalisco, dónde obtuvo un certificado en taquigrafia y fungió como docente en escuelas nocturnas; igualmente hizo labor periodística y publicó sus primeros poemas en revistas culturales y en el diario El informador. Incursionó en el teatro y la declamación, siendo su primer y luego consuetudinario escenario el teatro Degollado. De origen humilde, cada conquista fue duramente luchada por ella a fuerza de voluntad. Desde 1937 había emigrado, junto con su madre, a la capital, dónde continúo su lucha tenaz, que la llevó a ser funcionaria del Congreso y, desde 1945 hasta el momento de su deceso, a ser la secretaria personal de María Félix: la artista internacional de cine. Dentro de su trayectoria Rebeca había publicado las siguientes obras: La Esfinge (1933), Versos (1937), Llovizna (1940), Poema en cinco tiempos (1941), Poemas a modo de suite (1942), Emoción furtiva (1945), Poesía (1949). Cuando ocurre su deceso, gobernaba en México Miguel Alemán quien, entre otras cosas, trataba de paliar las protestas por la muerte, a manos de las fuerzas de seguridad, de dos estudiantes en Michoacán. Por otro lado, la oposición dirigida por Vicente Lombardo Toledano introdujo proyectos de ley para producir modificaciones en el sistema electoral, dado que el vigente había permitido, en elecciones parlamentarias de ese mismo año, la victoria arrasante del PRI avanzando un paso más en el sistema político que analistas posteriores llamaron ldictadura perfecta. En este contexto, y desde su privilegiado mirador conquistado a fuerza de tezon y trabajo, la Uribe Mondragón le contó, días antes de su deceso, a una amiga que estaba incursa en un lío fenomenal. Luego ocurrió el Fake News y la infamia que trató de hundir bajo tierra su trayectoria a partir de un solo hecho fabricado con sevicia maquiavélica. ¿Que encubrían los medios con aquel chivo expiatorio que desviaba la atención de las masas? Es pregunta que tendrá respuesta en un futuro posible, una vez que las complicidades de la infamia cesen su influencia. Sólo nos queda una certeza: no fue suicidio, como predicaron las hienas, sino feminicidio encubierto en un escenario prefabricado. Con todo, queda al público la obra de la creadora, que nos regala versos como el que transcribo a continuación:
El mar tiene su arrullo
Y el viento su sonido
De campanilla de oro;
El ave en cada trino,
Va formando murmullo;
Y tú, el gran tesoro
De tu voz de cristal,
De dónde fluye el verso
Limpidisimo y terso
¡Guardas un manantial!

12 de febrero de 2024.
Magoc.

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