DE AUTORES EXTRAORDINARIOS: EDGAR ALLAN POE.

Por lo menos dos menciones a Edgar Allan Poe hemos encontrado en ese jardín de múltiples e intrincados senderos que es la obra de Jorge Luis Borges. Unos versos breves que celebran su ausencia de temor a las lapidas marmoreas, a las macabras residencias de la muerte, como a la nocturnidad, y el correspondiente homenaje a la chispa creativa que convirtió ese desparpajo en literatura. La otra mención reseña una biografía, del autor, que incurre en el desliz de dedicar más líneas a trivialidades de la experiencia vital que a la obra escrita del autor de Ligeia Ambos fragmentos rinden testimonio breve de la admiración del argentino por el norteamericano, que no es poco decir. Esta que aquí escribo no es una biografía, sino un texto breve, que simula ensayo, sobre algunos aspectos de la obra del bostoniano decimononico, aunque reconociendo que vamos a incurrir ex profeso  en la ligereza de hablar de los relatos, de Poe, de los que poco se discurre, sin aludir a los más promocionados de su cosecha, tal El cuervo, El gato negro, El escarabajo de oro, El corazón delator, El Maelstrom, Las aventuras de Artur Gordon Pim,  etcétera, que han sido suficientemente auscultados, analizados, interpretados.
Las crónicas que delatan la influencia de una sustancia, como el LSD, sobre la sique, relacionan la alteración perceptiva con el consumo de este derivado de las anfetaminas. De no haber sido facturada el siglo pasado, sospechariamos que Edgar Allan evidenciaba los síntomas de su ingesta. Esto porque en sus relatos consigna vivencias solo comparables a la experiencia sicodelica  análoga a la que describen textos testimoniales,   escritos en los años setenta del siglo anterior, como Pregúntale a Alicia Las otras alicias. Productos de una alteración perceptiva parecen ser, por ejemplo, la visión de un promontorio minúsculo, en medio de un arroyo, y una hoja que gira alrededor, cobrando la dimensión de isla y de barca que la circunnavega portando un hada, tal como sucede en el relato La isla del hadao por ejemplo en la ilusoria percepción de una peculiar polilla, la lepidoptera crepuscularia, alcanzando dimensiones gigantescas, monstruosas, mayores que una montaña, tal cual lo refleja en La Esfingeo como ocurre, finalmente, en El rey peste  donde personajes de pesadilla se muestran como portadores de hiperbolicos órganos específicos: una mujer obesa luciendo labios grotescos, otra fémina famelica portando una nariz descomunal, un hombre de mofletes alucinantes, otro dotado de enormes ojos desorbitados, un tercero adornado por un par de orejas fenomenales y un cuarto hombre, el propio rey peste, adosado a una frente con pretensiones de rascacielos. Alteración perceptiva que focaliza la visión en sus objetos, potenciando la mirada como lo podría hacer a través de un microscopio, yuxtaponiendo las imágenes ampliadas en los contextos al natural. Baudelaire, traductor de las Narraciones extraordinarias  al francés se prendó de las imágenes literarias, de Poe. No era secreta la aficción del poeta galo al ajenjo, análoga a la del bostoniano por las bebidas alcohólicas. Sin sentar que está aquí, en el consumo etílico, el origen de la alteración perceptiva, lo ofrecemos como posible explicación, sabiendo que no somos los primeros en sospecharlo. Lo importante no es el hecho, que los anales de la intoxicación alcohólica pueden darnos registros de este fenómeno desde los expedientes de cualquier sicólogo residente; lo resaltante es la capacidad, nada ordinaria, del norteamericano para convertir aquellos delirios en arte literario, como lo fue la iniciativa del francés para mutar sus ajenjosomnolencias en versos y en poemas de alta consideración. 

Parodiando la "broma" de Carlyle (según Borges, Wilde atribuye el chascarrillo a su connacional) el argentino del Fervor de Buenos Aires  considera que se puede hacer una biografía de "los sueños de un hombre", o "de los órganos de su cuerpo", o "de las falacias cometidas por el", o hasta "de todos los momentos en que se imaginó las pirámides", o "de su comercio con la noche y las auroras", obviando escribir sobre lo esencial de su obra (Jorge Luis Borges, Sobre el "Vathek" de William Beckford).  Iniciamos por la relación del "comercio" de Poe con las figuras que expresan, de alguna manera, alteraciónes perceptivas, que en los ejemplos consignados conlleva a registrar una serie de imágenes hiperbolicas, reconociendo que incurrimos en la parcialidad que denuncia el argentino en el texto citado. Seguimos en esta línea de pensamiento hablando de otra circunstancia en las letras de Poe, esto es su "comercio" con los temas satánicos. De las múltiples apariciones que se permite su majestad infernal, en la ficción del bostoniano, tomaremos sólo las que, como veremos, expresan una visión disrruptiva del amo del Inframundo. Su majestad se da el tupé de dejarse ver, con atavio de presbítero y portando un texto sacro, por los predios del exclusivo cafe regentado por Pierre Bon-Bon, chef (restauranteur) de amplia prosapia culinaria. La naturaleza de su visita se corresponde con la usual: viene, a petición del voluminoso cocinero, a cerrar el trato por el cual hará concesiones, exigencias de la vanidad de su convocante, a cambio del alma de aquel. El pacto se da por hecho: el soberano es agasajado y regalado, con los mejores platos de la carta, antes de la firma concluyente. El vanidoso Pierre exulta de felicidad, viéndose ya orlado por los dones que anhela; no hay tiempo para reflexiones sobre el costo: no estima en mucho su alma incolora. De pronto, antes de sellar el pacto, el señor de la oscuridad se marcha intempestivamente, ante la perplejidad del obeso chef, que alcanza a arrojarle una botella a la espalda. En la mano, del trajeado de sacerdote, lleva un texto con el título de Registro de los condenadosTermina así el cuento llamado Bon Bon. Este Satanás inusual, disrruptivo porque  desdeña concluir un pacto, ofrece otra faceta de su personalidad en la tranquila Vondervotteimittis: esta es una bucólica villa, enclavado en un valle, de planta perfectamente circular, con calles que convergen en un escenario central, ocupado por la iglesia y su campanario. Todas las puertas principales, de todas las casas, se abren en dirección a la iglesia; y a mediodía, todos los patriarcas y consortes, del burgo, se sientan con la mirada en dirección a la torre central, esperando que el campanero haga vibrar doce veces el metal. Un día, antes de que el sujeto accione la melodía metálica, el Diablo se apodera de las cuerdas, previo empujón al campanero, y desata la barahunda enloquecedora, rompiendo la tranquila costumbre del poblado, halando la cordamenta sin ton ni son con la boca mientras ejecuta el violín con las manos. Esta última figura justifica el título del cuento: El diablo en el campanarioImposible no ver en Vondervotteimittis una analogía del Panoptico,  de Jeremías Bentham, desde la cual construye (y aquí nos apegamos a la interpretación de Michel Foucault) la distopia de la seguridad carcelaria total: una torre central desde la cual un solo vigilante controla todo el espacio a su alrededor, imponiendo el orden y la disciplina. El Diablo tiene aquí, en la versión de Poe, una función disrruptiva: interrumpe el ritmo cotidiano, genera la indisciplina y el descontrol en el Panoptico. 

"...Se entregó solitario a su completo
Destino de inventor de pesadillas..." Así bocetea Borges la creación literaria, del bostoniano, en un breve poema titulado Poe  que aparece en su obra El otro y el mismo  (1964).  Las ficciones del norteamericano, decíamos, le dan múltiples entradas al antagonista de Dios en el dominio del mundo espiritual. Satán cumple igualmente pluralidad de funciones en la estructura de aquellas "pesadillas" hechas literatura. A veces el ser humano, simbolizado en un personaje, se juega su destino en un juego de cartas, y triunfa, dónde la apuesta es el alma y el antagonista es el ángel caído, como sucede en El duque de l'Omelette;   en otras ocasiones un juramento a la ligera compromete la vida y el alma del personaje, que pierde ambas, como ocurre en el cuento Nunca apuestas tu cabeza al diabloEn variadas ocasiones, el que ante  Jesús Cristo reveló que su nombre era legión (Evangelio según San Marcos, 5: 7a9) actúa no directamente, sino a través de uno de sus subalternos, tal como acontece cuando dos marineros embriagados se internan en un suburbio de Londres, azotado por la peste, y tienen un encuentro inesperado con un grupo de personajes alucinantes que trabajan para la dama de la guadaña; argumento que se desarrolla en El rey pesteEn otro momento la influencia, del lado oscuro, se hace sentir a través de situaciones en extremo extrañas e inusuales, creadas por un personaje de sueños terroríficos, como se despliega en la trama de El ángel de lo extraño.
Desde la distorsión perceptiva, hasta la multiproteica presencia de Satanás, son estrategias que el autor bostoniano utilizo, en la ocasión de fabricar pesadillas que se leen con fruición. Hasta Poe los sueños, infectados de monstruos, fantasmas y  demonios, eran pasto de exorcismos y hacían la cena de sacerdotes aprovechados; a partir del bostoniano, hacen los versos de Baudelaire, y el jolgorio de los Stocker, los Kafka, los Lovecraft, los Stephen King y muchos otros de esa "legión".

Comentarios

  1. Excelente artículo!! Sólo una observación: el LSD es una droga del siglo XX que fué sintetizada por la primera vez, en 1938, por el químico suízo Albert Hofmann. Por lo tanto, la droga de la época era el opio, usado tanto por Poe como por Baudelaire.

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