DE LAS HISTORIAS DE CRUELDAD: DECAPITADOS.

 Nicholas de Mimsy-Porpington es un fantasma, conocido con el apodo de "casi decapitado" que se divierte mostrando la testa, desprendida de su tronco a voluntad, por los pasillos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. En este personaje , la autora de Harry Potter y la piedra filosofal, sigue una línea estilística, que pasa por Shakespeare, que invierte los términos del sentido original de ciertos símbolos literarios: para perplejidad de los lectores sir Nicholas no es un fantasma ad usum, es por el contrario un ser que se ríe de su propia naturaleza; tampoco busca venganza y sólo asusta para causar risa.  Las historias de decapitación son  tema de larga data en la literatura: ya Virgilio, en Las Georgicas,(año 29 a.c.) menciona el mito de Orfeo, quien fue desmembrado y degollado por las Bacantes,  que arrojaron sus restos al río Hebro. Este tema se repetirá, treinta y siete años después, por arte de otro autor latino, Ovidio Nason, que añade al mito orfico la precisión de que la cabeza del esposo de Eurídice fue objeto del hambre de una serpiente, por lo cual Apolo, para evitar que la comiera, la convirtió en piedra (La Metamorfosis, año 8 d.c.). De cierta manera la desmembración - decapitación de Orfeo es consecuencia del fallido intento de resurrección de su esposa Eurídice, a la que había ido a buscar al Inframundo después de la muerte de aquella. Esta derivación mitológica tiene ecos en la leyenda de la cercenada testa de Medusa, una de las tres  Gorgonas, por obra del semidios Perseo, mito que se sostiene en La Teogonia, de Hesíodo, en la Olimpica, de Piindaro, y en las extraviadas Andrómedas,escritas por Sófocles y Eurípides, de las cuales sobreviven apenas fragmentos (siglo V a c.). En estas formas de expresividad literaria, el mito de la decapitación parece tener un sentido de castigo a la arrogancia de los decapitados: Medusa incurrió en este sentimiento cuando osó creerse más bella que Atenea, por lo cual la diosa la castigo convirtiendola en monstruo; por su parte, Orfeo pecó de arrogante cuando menosprecio a las Bacantes, atrayendo la ira de estas.

La anterior interpretación del sentido, de la mutilación corporal, desde las mitologías originarias, parece tener resonancia en otras civilizaciones diferentes a la mediterránea: en el Popol Vuh se encuentra la leyenda de Hun Hunahpu, cuya cabeza cercenada fue colgada de un árbol, que por esta acción reverdecio y fructificó. La joven Ixquic se acercó a hablar con el decapitado y este escupió en la mano de la muchacha, fecundandola. De esta acción nacerá después Hunahpu. Un estudio, de Jaime Echeverría y Miriam López, da relevancia al sentido de castración que tenía está leyenda entre las etnias originarias de mesoamérica (Mexicas, Nahuas, entre otros); Hun Hunahpu había sido decapitado como consecuencia de una lucha, pero su testa fecundó y dió nueva vida; de la misma forma que de la cabeza de Medusa brotaron el caballo Pegaso y el gigante Crisaor: mutilación corporal, aplicada como castigo a una transgresión, que inesperadamente produce una continuación de la vida en nuevas formas. La leyenda de Hun Hunahpu, además del texto citado, también está registrada en los códices mexicas y en esos libros de piedra que son las pirámides aztecas, en los glifos de piedra y frescos que en ellas se conservan.

Con el advenimiento del cristianismo, el sentido de la decapitación toma un cariz ad hoc. Jacobo de Vorágine, en el siglo XII d.c., escribe La leyenda Dorada, en la que recopila las narraciones alusivas a la vida de unos ciento ochenta santos de la iglesia. Una de esas historias es la de San Dionisio, obispo de París, muerto hacía el año 280 d.c. de quién cuenta que habiendo sido decapitado, el santo tomó su propia testa en las manos y caminó, con ella, hasta el lugar donde deseaba ser enterrado. Este sentido fue, de alguna manera, permeando la puesta en escena de antiguas leyendas, reconstituyendo su significado y dando otro sesgo a la trama, como a los personajes: así, un emergente de las sagas celtas que se incorporó a la leyenda arturica, hablamos de sir Gawain, es resemantizado en el texto Sir Gawain y el caballero verde, de autor anónimo, del siglo XV d.c., en el que este personaje decapita a un misterioso guerrero ataviado con armadura del color del follaje. El mutilado toma su cabeza (como el San Dionisio citado) y montado en su caballo parte del lugar, no sin antes citar a su contenedor a una justa de retaliación proyectada para un año después. Este caballero misterioso ha sido interpretado, por la crítica, de diversas maneras, identificándose tanto con los magos de las antiguas historias, como también con la figura del cristiano señor de los infiernos. Pero es necesario mencionar que la mutilación de la testa, como figura literaria, desde el punto de vista del cristianismo tiene sus antecedentes bíblicos en El libro de Judith, que recoge la historia de la decapitación de Holofernes; también en la muerte de San Juan Bautista, cuya cabeza fue presentada en bandeja de plata por petición de una reina (evangelios de San Mateo, San Marcos y San Lucas); y en la mutilación de San Pablo, que aunque no aparece explícitamente en el texto bíblico, se sostiene en otros complementarios (Carta de Clemente de Roma, año 95 d.c., Epistola de Dionisio, año 170 d.c., entre otros). 

En octubre de 2010: Samuel Paty, profesor de historia de un colegio francés, de educación media, es degollado en una calle cercana a su centro de trabajo. Se presume que el motivo del crimen fue la exhibición de caricaturas de Mahoma, en medio de una clase, a sus alumnos. A finales del año 2014 dos periodistas, James Fouley y Steven Sotlof, quienes estaban desaparecidos desde el año 2013, fueron decapitados, en Irak, por miembros del grupo yihadista Estado Islamico y su martirio fue mostrado al mundo en videos, que que circularon profusamente por las redes sociales. A esta altura, del siglo XXI, los medios de comunicación difícilmente hablan de Marshall Mcluhan, el académico de los años sesentas del siglo pasado, teórico de las modificaciones que en la percepción humana introdujo la generalización de los medios de comunicación a través de la primacía de la imagen. En La Galaxia Gutemberg este dogmático, de la sociedad de la información, pronostica el peso que tendría, en el futuro inmediato, la imagen transmitida sobre el razonamiento y formación de opinión de las mayorías de la población mundial. En la que llamó "la aldea global" ya habían caducado las formas de percepción nacidas con las culturas de la lectura. Aunque solo se le recuerde en los medios académicos, lo que su teoría tiene de revelador en cuanto a la involución a formas prealfabeticas de formación de opinión, es dramático en la medida en qué esas formas han escapado del ámbito tribal, o local-regional, para tomar dimensión universal: la imagen transmitida preforma la verdad, antes de cualquier acto reflexivo. En los ejemplos arriba mencionados, del año 2010 y 2014, esa literatura de la vida cotidiana que es la noticia al instante, en tiempo real, comunica mediante imágenes en apariencia crudas, brutales, que colocan ante nuestros ojos estupefactos escenarios y ejecutan, sin inducción ni explicaciones introductorias, decapitaciones. Las razones de las reflexiones posteriores están sujetas a estás imágenes, de manera ineluctable. Esta emergencia del relato que habla de la mutilación corporal, como adjetivo de la crueldad del bárbaro, como esencia de lo diverso cultural y etnicamente, no es invento de nuestro siglo. Si revisamos las obras de Shakespeare encontraremos que aquellas razones del mito, de que hablábamos al inicio, que dan sentido a la cercenacion del miembro superior, están totalmente ausentes y el motivo de la puesta en escena de estos hechos está dado por el impacto teatral, sobre el público, de la crueldad ejercida sobre el cuerpo y exhibida sobre las tablas. Esta instrumentación de la mutilación corporal, para motivar el temor a través de la crueldad, se insinúa en la amenaza velada, como cuando Eduardo York le expresa a Lord Somerset lo siguiente: "esta mano, sujeta a tu pelo carbón, cuando tu cabeza esté recién cortada y tibia escribirá en el polvo..." (Enrique VI, tercera parte), o como cuando Aaron, el africano, le dice a Tito Andronico: "espera tener de nuevo a tus hijos. Sus cabezas digo ¡Ah como me alimenta esta bajeza...!" (Tito Andronico); o también se muestra en la terrible evidencia, como cuando Margarita de Navarra, esposa de Enrique VI, ingresa al tablado con la cabeza del conde de Suffolk, su amante, entre las manos, o cuando en la misma obra un campesino llega a palacio con la testa del insurrecto Juan Cade colgando de sus cabellos (Enrique VI, segunda parte); o incluso de manera obscena cuándo Antíoco, rey de Antioquia que vive en incesto con su hija, le muestra a Pericles, que pretende a la princesa, un estante lleno de cabezas cercenadas, de los antiguos pretendientes de su heredera, mientras le advierte: "- esto bravos príncipes (...) ahora cuentan con sus lenguas mudas que aquí reposan, insepultos, bajo estrellas (...) y con sus rostros exangues os advierten que en las redes del amor ronda la muerte - " (Pericles, Príncipe de Persia). Extrañamente en su Enrique VIII el bardo inglés no menciona la decapitación, precisamente cuando biografiaba la existencia del rey que inauguró la moda de decapitar a sus esposas como forma de divorcio real y expresión del desamor.

Después de la  instrumentalización del hecho mutilante, para integrarlo en el sentido de acentuar los sentimientos de temor desde la puesta en escena, Rudolf Erich Raspe, en el siglo XVIII, recupera los elementos que hacen del recurso un componente activo de transfondo mítico: Raspe escribe el texto que, de manera abreviada, ha sido conocido con el título de Las Aventuras del barón Munchhausen, del cual uno de los episodios cuenta que el mentado barón logro viajar a la luna, para descubrir que los habitantes de este satélite (los selenitas) podían desprenderse de sus cabezas a voluntad, lo que no constituye una mutilación, pues podían recuperar la testa cuando así lo quisieran, aunque con algunas divertidas dificultades. Esta derivación, además de que incluye respuestas inusitadas a anhelos del siglo, como el deseo de explorar el único satélite terrestre, humaniza el lugar al habitarlo y se acerca a la expresión literaria que dos siglos después plasmara J. K. Rowling, con su personaje Sir Nicholas, marcando distancia de los decapitados shakesperianos.

Thomas Mann, en Las Cabezas trocadas (1940), desarrolla un tema que está presente en los antiguos Vedas, cuenta la historia de los dos enamorados de Sita, que por una decisión personal autocercenan, cada uno, sus testas. La mujer, en acto salvador de sus vidas, les restituye los miembros superiores, pero de manera apresurada, sin notarlo, las coloca en los cuerpos equivocados dando lugar a un inesperado desenvolvimiento de la trama. Esta obra marca una vuelta al tratamiento amable del temario dentro del ámbito de la literatura; pero quizás quien establece una correspondencia especular entre el concepto del que aquí hablamos, y nuestro tiempo, haciendo una pintura de la confusión y el sinsentido que rodean las acciones y la existencia contemporáneos, es Vladimir Nabokov, con Invitado a una decapitación, en la cual nos hace testigos del drama de Cincinnatus C, quien espera para que se cumpla el termino de su condena a muerte por deguello, exponiendo entre tanto sus temores, sus anhelos y el absurdo de la existencia ante un público que comparte, en primera fila, el "espectáculo". Es obligante decir que esta obra irradia un halo que la hace análoga, guardando las distancias, a Eichman en Jerusalén, de Hanna Arendt, en la que de manera magistral se nos descubre cuan faltó de espectacularidad, cuan inane y banal puede ser el más letal  o insidioso de los males. A esta altura queremos recordar las dacapitaciones de Paty, Fouley y Sotlof, de que antes hablamos expresando que en la conversión, en espectáculo, de estos hechos se evidencia la funcionalidad de esa literatura de la cotidianidad que son los relatos de los medios de comunicación masivos. En esa paradoja que Mcluhan develo, en esa conversión del mundo en una aldea global, la instrumentalización de la crueldad, de su transmisión a través de imágenes crudas y descarnadas, como las decapitaciones en el teatro de Shakespeare, se obtienen como productos la cotidianizacion de la insania, la banalizacion del mal. Este instrumento es funcional a un modelo que ha nivelado al ser humano con los primeros seres creados, descritos en el Popol Vuh, que vinieron a ser "un intento de hacer hombres. Hablaban al principio, pero (...) no tenían consistencia, no tenían sangre ni sustancia, ni humedad (...). Por esta razón ya no pensaban en el creador ni en el formador, en los que les daban el ser...". Los dioses enviaron entonces cuatro justicieros (análogos a los bíblicos jinetes del apocalipsis) que con su acción letal exterminaron aquella primera raza de hombres de madera. Uno de aquellos justicieros se llamaba Camalotz, quien tenía como objetivo "cortarles la cabeza": la decapitación universal, análoga al procedimiento que los medios de comunicación de masas han hecho, en este siglo, con la inteligencia de los habitantes de este planeta, a la que han mutilado inmisericordemente.

23 de julio de 2023.

Magoc.

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