DE LAS VERSIONES DE JUDAS.

Judas es un personaje polémico, de los Evangelios Cristianos, del cual hemos de hablar en este artículo, no desde el punto de vista religioso sino desde el literario, haciendo reseña de por lo menos cuatro versiones distintas, y distantes en el tiempo, de su papel en el drama de Jesús de Nazareth. 

En El evangelio según San Mateo, se ofrece quizás la versión mas antigua del rol del discípulo, que es la versión del traidor que vende a su maestro por treinta monedas de plata. En esta variante del argumento la motivación es puramente pecuniaria, crematística. No hay en el personaje reflexión anterior que indique un disgusto con el hijo de José y Maria (excepto una reflexión que la hace Jesús, en Betania, cuando Maria derrama perfume a los pies del maestro y el Iscariote, o nativo de Kerioth, protesta por el costo de la poción), no existe una hesitación de peso que de razón de algún prejuicio sobre el que florece la ortiga de la traición, no hay tampoco rastro de esa tortuosa dicotomía que corroe el alma de los seres decididos a cometer un hecho infame, momentos antes de actuar la infamia, como se ve por ejemplo en el Macbeth de Shakespeare en los preliminares del asesinato de Duncan. La descripción del antecedente, en el Evangelio, es escueta, con la dureza y la frialdad del marmol: Judas va hasta los sacerdotes del templo y simplemente les pregunta:

- " ¿Que me queréis dar, y yo os lo entrego?". Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Desde ese momento buscaba oportunidad para entregarlo.

Macbeth, nos relata el drama del bardo inglés, duda en los últimos instantes; toma el puñal y este le quema en las manos; alucina y parece dispuesto a abandonar el propósito; le detiene quizás el recuerdo del afecto paternal por su protector y hasta entonces amigo, a quien por codicia y sed de poder se ha propuesto ultimar. En este momento decisivo de vacilación, su mujer interviene y le empuja, cual Erinia infernal, a abandonar cualquier sentimiento de lealtad o compasión que se halla anidado en su pecho. Al fin, luego de aquella alucinante escena que ha tenido cautivados los públicos por alrededor de cuatrocientos años, el homicida ejecuta su sangriento cometido. Nada de esta fractura interior, de este desgarre del alma, trasciende en la versión de San Mateo sobre la que ha llegado a ser considerada, en nuestros cristianísimos lares, la traición mas infame conocida del mundo occidental. Pero hubo una expresión de la ruptura del cristal psíquico que resguardaba la conciencia moral del reprobo apostol a posterioridad, después de consumado el desleal hecho, cuando con la crucifixión se evidenciaron las consecuencias tremendas, insospechadas, del acto miserable: 

"Judas, el traidor, al ver que Jesús había sido condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y los ancianos, diciendo: - "He pecado entregando sangre inocente" (...). Tiró en el templo las monedas, fue y se ahorcó..."

Al igual que a Raskolnikov, el protagonista de CRIMEN Y CASTIGO,  de Fedor Dostoyevski, el dinero quema en las manos después de ejecutada la infamia: el estudiante ruso mató por las monedas; el semita vendió una vida por el metal. Ambos sienten la mordida dolorosa del arrepentimiento: Raskolnikov se entrega a la justicia humana, mientras Judas acaba con su vida por mano propia. El EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS  apenas varía la versión agregando el detalle del beso con el que el infeliz identifica a la víctima. En otra parte, en el testimonio de San Lucas, otro de los escritores sacros, se precisa que el infiel discípulo actuó su infamia influenciado por Satanás, y en el momento del beso el nazareno le reconviene:

- "Judas, ¿con un beso entregas al hijo del hombre?"

San Juan, el ultimo evangelista, en su versión de los sucesos omite las negociaciones de Judas y los sacerdotes en el templo, y en la escena de la captura precisa que el tránsfuga guió a los captores hasta "el otro lado del torrente del Cedron",  donde se hallaba Jesús, con el resto de los discípulos, recluidos en retiro. Aquí falta la escena del beso infame y en cambio es el propio maestro quien se ofrece a sus perseguidores preguntándoles:

- "¿A quien buscáis?

Antes de identificarse y dar inicio al drama postrero.

Los eruditos estudiosos del texto bíblico han estimado que los evangelios, que componen el inicio del llamado Nuevo Testamento,  fueron escritos hacia la segunda mitad del siglo I de la era cristiana. También han teorizado que los textos de Marcos y Lucas toman como modelo al de Mateo, que copian y amplían tomando las adiciones de otras fuentes. Estas y otras cuestiones pueden ayudar a explicar las similitudes y diferencias de las versiones, en los textos citados, respecto al rol de Judas. La cuestión es que, palabras más palabras menos, hay en ellos una tesis coherente sobre el papel del tránsfuga en el drama de Jesús de Nazareth: Judas entregó a su maestro a cambio de recibir un precio de parte de sus captores. Consumada la entrega, fue víctima de remordimientos y acabó suicidándose. Mas esta versión, sancionada por el Concilio de Hipona (393 d.c.) que estableció el canon de los textos bíblicos, dejó en el olvido de manera expresa otras variantes de la historia de Judas que circularon en los primeros siglos de la cristiandad, y que la institución eclesiástica oficial expurgó por razones de poder y de doctrina.  Esas variantes alternas, y diversas de la que expresan los evangelios biblicos, nos presentan una imagen desconocida del vituperado discípulo y ofrecen un sentido diferente del rol que cumplió en el drama de la crucifixión. 

Todo poder cuida de las interpretaciones, que de sus acciones, se hacen para consumo del momento y para memoria de la posteridad. Todo poder cuida de la manera como se relata su historia, escogiendo con sumo interés los términos, la lógica, los enlaces, los antecedentes, la hilacion y el sentido del relato (ver respecto a este tema: Michel Foucault, LAS PALABRAS Y LAS COSAS). El proceso, que concluyo en el Concilio de Hipona, fue un momento de organización e intento de control, desde el poder eclesiastico, de la formulación,  circulación, discusión de las diversas versiones textuales del drama de la vida, pasión y muerte del mesías de Nazareth. Circularon entonces muchos textos que hoy son desconocidos, como por ejemplo el EVANGELIO DE TOMÁS, EL EVANGELIO DE MARIA DE MAGDALA, y el que nos interesa especialmente aquí, el EVANGELIO DE JUDAS,  entre muchos otros hoy desconocidos. Estos textos, tachados de apócrifos por la iglesia oficial, fueron objeto de persecución porque no se ajustaban a la versión de una iglesia que iba definiendo su credo y su canon, estableciendo el ámbito de su poder temporal y espiritual. Así, hacia el año 180 d.c., San Ireneo vitupero del texto sobre Judas calificandolo de heretico, oficializando su expulsión del canon y su persecución con fines de desaparición, junto con los apócrifos antes nombrados. Pero las vicisitudes del devenir histórico lograron que, arribando el siglo XXI y después de 1600 años de permanecer oculto, se hallasen copias del texto  y que gracias a los paleógrafos (el texto estaba escrito en papiro, en lenguaje copto, un idioma desaparecido) ha sido traducido a los idiomas modernos.

El EVANGELIO DE JUDAS  es un texto muy breve, fragmentario porque muchas partes del mismo se han perdido, de manera irrecuperable, a causa del deterioro del papiro en que está redactado. Aún así la mayor parte del argumento se ha podido transcribir. El escrito del evangelio trata de los días anteriores a la captura de Jesús, y termina en el momento en que se le toma prisionero. El nudo de la trama se centra en una conversación reveladora, entre Judas y el hijo del carpintero de Nazareth, en la cual este último le revela a su discípulo que debe realizar el ritual de la entrega a sus enemigos, porque al hacerlo cumplirá con un designio que le ha sido señalado desde el inicio de los tiempos, además de que ayudará al mesías a liberarse de la prisión del cuerpo para así elevarse a las estrellas. El punto culminante de este diálogo son las siguientes palabras del futuro crucificado:

- "En verdad yo te digo, Judas, que aquellos que ofrecen sacrificios a Saclas  (texto destruido...) Dios (...) todo lo que es malo. 

Pero tú los superarás a todos ellos, porque tu sacrificarás el cuerpo en el que vivo". (Cita de El EVANGELIO DE JUDAS,  National Geografic Society, Barcelona, 2006, pag. 45).

El final del texto expone, en términos lacónicos, el cumplimiento ineluctable por parte del discipulo del rol que le había asignado su maestro:

"...Sus altos sacerdotes murmuraban porque él se había ido a la habitación de invitados para su plegaria. Pero algunos escribas estaban allí vigilando atentamente para poder prenderlo durante la oración, pues estaban preocupados por la gente porque todos lo veían como a un profeta.

Se acercaron a Judas y le dijeron: - ¿Que haces aquí? Tu eres un discípulo de Jesús.

Judas les respondió como ellos querían. Y él recibió algún dinero y les entregó a su maestro". (Ibíd, pag. 47).

Aunque breves, en estas lineas encontramos el porque de la condena de San Ireneo: el escrito cambia el rol del prosélito proscrito, que deja de ser el ambicioso, motivado por Satanás y el deseo de riqueza, y que pasa a ser el actor consciente del papel que juega en un drama trascendente, en la actuación de un guión que le ha sido asignado desde el inicio de los tiempos, aunque subjetivamente repugne su rol en ese drama. Judas pasa aquí de ser el traidor a ser íntimo cómplice que facilita la realización de los más ocultos objetivos de su maestro. Hay, además de esta, una razón dogmática para la repulsa de San Ireneo y es que el texto parece obedecer a una versión gnóstica del drama del Calvario, que introduce la cuestión de la diversidad de interpretaciones, realizadas por múltiples sujetos y grupos, antes de que la presión desde el poder (desde la iglesia hecha poder temporal con el primer emperador romano que se convirtió al credo del galileo: Constantino) unificara los relatos en el canon bíblico que conocemos. Cualquiera que sea el argumento, la vision de Judas transforma aquí el sentido con el que le han lastrado las versiones evangélicas durante todos estos siglos pasados.

No obstante, la versión biblica sanciona las visiones del discipulo reprobo durante por lo menos diecisiete siglos, lo que no es poco decir. Hasta nuestra época ha sido, y sigue siendo, LA VERSIÓN que, sacralizada, se ha vulgarizado. Hablaremos aquí de otros autores que se han ocupado del tema en alguna de sus creaciones, adicionando que algunos de estos aparecen, para la critica literaria del momento actual, injustamente olvidados, lo que no le resta para nada exepcionalidad a sus producciones. Mencionaremos, en primer lugar, al italiano Giovanni Papini y a su magnifico LOS TESTIGOS DE LA PASIÓN.  Este texto dramatiza a las principales figuras que hicieron su aparición en el tablado del Calvario. En "La tentación de Judas"  expone su particular visión en dos partes: la primera nos presenta un discipulo, abordado intespectivamente por el Señor de los Infiernos, que es objeto de toda una seductora retorica destinada a motivar su conducta. Es curioso que en esta estrategia Satán recurre a argumentos que parecerian sacados del EVANGELIO DE JUDAS:  intenta convencer, al seguidor del mesias, de que la actuación que desea de él es parte de un drama que ya está escrito desde el inicio de los tiempos y que, por lo tanto, no habrá sino sujeción a un plan maestro trazado por Dios. Judas no le compra la estrategia, por lo cual, en la segunda parte, el Amo de las Tinieblas recurre a un argumento mas directo: remueve las fibras de pequeños rencores, muy intimos, que habia despertado la convivencia cotidiana entre discipulo y maestro (una llamada de atencion que le habia hecho, en público, en casa de Martha y María; el haberlo convertido de facto en el tesorero cuando el propio nazareno hacía público deprecio del dinero y sus adoradores) a fin de persuadirlo de vengarse entregandolo a los sacerdotes; mientras le sugiere que les solicite dinero, como precio simbolico del intercambio, para que el verdadero motivo, sus ocultos rencores, no se delate. Es paradojicamente esta última razón la que derrumba las barreras morales y convierte en traidor al apostol. Pero en la misma obra, Papini se ocupa de un personaje casi incidental en la trama de la pasion y muerte del galileo, para mutar su aporte ampliando los limites de los actores infames: en "La venganza de Caifas"  registra como, con posterioridad a los sucesos del Golgota, los discipulos del crucificado abordan al sumo sacerdote y le enrostran el crimen en que ha incurrido. El integrante de la tribu de Leví entonces sorprende con su defensa: reconoce que ha obrado en venganza, motivado por el rencor que le causaba la situación de minusvalía en que lo colocaba la popularidad del hijo de José y María ante los feligreses judios; pero en seguida esgrime un inusitado argumento:

"...Si la redención, en la cual creeis, es una verdad, y era una necesidad, yo fui conjuntamente con Judas y con Pilatos, uno de los instrumentos indispensables para rescatar a los hombres del  pecado. Si Cristo es Dios ya he sido colaborador de Dios. Si yo he aceptado este terrible y terrorifico papel en la obra salvadora, no deberíais maldecirme, sino compadecerme. Yo sabía lo que hacía (...) y no rehuso ninguna responsabilidad (...) si es la sangre de un Dios, Jesús sabe que he debido hacerla derramar  para cumplir con su voluntad. De todas maneras esa sanre debía ser derramada; en todo caso esa sangre no recaerá sobre mi cabeza".  (Giovanni Papini, LOS TESTIGOS DE LA PASIÓN,  Editorial Tor, Buenos Aires, sin fecha, pag. 121 y 122).

Caifas el sumo sacerdote se hace coparticipe, junto al Gobernador Romano y al apostol traidor, de la culpabilidad en la conciencia de que perpetraban un texto que les había adosado el creador del universo: ...ya he sido colaborador de Dios... la sentencia resuena como un eco en los pasillos de las interpretaciones de la judeología, si podemos llamar así a los estudios sobre el discípulo reprobo. Aunque también hay un cierto aroma al Judas de los textos coptos en esta confesión postrera.

Otro autor, a quien la desmemoria literaria de nuestra época fugaz ha cubierto con su manto de sombras, es Ernesto Renan, autor de la antaño muy afamada VIDA DE JESÚS. Escritor prolifico del siglo XIX, Renan es casi un olvidado, a no ser por la obra mencionada que ha conocido la gloria de la impresión repetida en nuestro terruño del sur, quizas por la efervescencia religiosa más que por la valoración literaria de la misma, que no le negamos. El frances se ocupa en algun capitulo, del texto mencionado, de la figura del apostol de la treinta monedas, analizando su papel en el drama del Calvario con desapego y racionalidad, desagregando de su razonamiento la invectiva moral (y moralizante), obviando la influencia deleterea y extrasensorial del maligno. En este analisis destaca Renan la convergencia de varias causas empiricas, racionales, como impulsoras de la conducta reprensible del nativo de Kerioth (por lo cual le apodaron Iscariote); estas causas no son más que las ya esgrimidas por los antes citados: las contradiciones al interior del grupo entre los discipulos y el maestro, o entre los discipulos mismos; la posibilidad de que el papel que se le asignó en el grupo (recaudador de dineros) llegase a ganar en su subjetividad tanta ascendencia como para decidirle a entregar a Jesús a cambio de un pago; en fin, no agrega elementos sino que procura dar claridad a los ya existentes. Con este acervo Renan no disculpa la infamia, pero trata de paliarla expresando que "quizá hubo en su acción (la de Judas) mas torpeza que perversidad". Judas termina siendo la ficha, el tonto util, que sirvió, de manera fortuita, a los designios trazados por la casta sacerdotal, liderada por Anas más que por Caifas, a fin de ejecutar una jugada politica, como fué la muerte del Cristo, para mantener alejada de la nación judía la temida represión romana (Ernesto Renan, VIDA DE JESÚS,  dos tomos, Bloque De Armas, Caracas, sin fecha). Terminamos esta reseña, antes de pasar a otro topico, con la relación que hace el (imaginario) teologo de Lund: Nils Runeberg. En un par de obras, de la cual la decisiva fue su KRISTUS OCH JUDAS  (impresa en 1904 y reimpresa en 1909) el de Lund expone consecutivamente que: todo lo que se habia dicho sobre Judas era mentira, para sostener más tarde el condicional si el verbo se había rebajado a ser mortal, entonces Judas, discípulo del verbo, podía rebajarse a delator. Estas sentencias, orladas de una lógica determinante más silogística que teológica, le concitan la critica del universo de las diversas confesiones religiosas; cuestión que no arredró a Runeberg, sino que lo impulsó a contestar a las objeciones con una refutación que profundiza su linea de pensamiento endureciendo las conclusiones con el estilete del metodo utilizado: el teologo de marras termina concluyendo (obviamos las complejas demostraciones) que:

"Dios totalmente se hizo hombre pero hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos pudo elegir CUALQUIERA de los destinos que trama la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un infimo destino: fue Judas".  ("Tres versiones de Judas"  en: Jorge Luis Borges, OBRAS COMPLETAS, Emece editores, Buenos Aires, 1974, pag. 514 a 518).

De todo lo dicho hasta el momento rescatamos lo siguiente: de la tradición que el poder eclesiastico labró sobre la figura de Judas destacamos varios elementos que repercuten en el mundo de las letras mimetizandose en creaciones que colocan de relieve el patetismo del destino humano; estos elementos son: el contubernio entre el renegado y la personificación del mal, la presencia de una ofensa (pecado) imperdonable, la conciencia del infractor. Los dos primeros elementos son claramente evidentes en un extenso relato del norteamericano Nathaniel Hawthorne titulado: ETHAN BRAND. CAPÍTULO DE UNA NOVELA MALOGRADA,  en la cual un hombre - que se dedica a fabricar cal quemando marmol en un horno ardiente, alimentado dia y noche, a altas temperaturas - llega a tener familiaridad con un demonio que surge de las llamas y que, noche tras noche, dialoga con él. De este familiar contubernio con aquel ser maligno surge la inquietud de hacer periplo por el mundo en busqueda del conocimiento de la ofensa indigna de obtener la absoluciòn del creador, es decir: el pecado imperdonable. El relato inicia con una alusión a la circularidad de la trama, cuando Ethan Brand vuelve de aquel periplo, a su puno de partida, habiendo hallado la respuesta que siempre se halló donde inició su aventura y que paradojicamente siempre, y en todo momento y lugar, estuvo con él. Tambien hallamos la resonancia de estos elementos en el FAUSTO  de Goethe, en el cual esa sintesis de sabio reacentista y alquimista medieval, que es el Doctor Fausto, desesperando de obtener más en los predios las gratificaciones materiales, luego de ver su vida gastada en la búsqueda del conocimiento acortada por la vejez, invoca a las fuerzas oscuras y obtiene la presencia de Mefistofeles, demonio delegado por el rey de los infiernos, Satan, que le ayuda a obtener las gratificaciones que busca. Solo la presencia del amor, personificado en Margarita, introduce en la trama el elemento del despertar dela conciencia del infractor,  como contraste a aquel contubernio con el habitante del averno. Más no es osado encontrar esas resonancias del contubernio en los tratos de Rafael Valentín con aquel trozo de piel que le concede sus más caros deseos (Honoré de Balzac, LA PIEL DE ZAPA) o en el Dorian Gray que se encierra en la estancia, alejado de la vista de todos, con su retrato al oleo (Oscar Wilde, EL RETRATO DE DORIAN GRAY) y la conciencia que la abnegación y el amor, en ambas obras, dejan fluir como aire fresco. En cada uno de estos textos se puede escuchar al espiritu de la controversia susurrando su razon seductora en los oidos del crédulo Judas. Quizá la posteridad dará mejor trato a la figura del apóstol tan vituperado, quizás entonces entiendan mejor los argumentos del evangelio vertidos en el desaparecido idioma copto.


16 de mayo de 2024.

Magoc.


Comentarios

Entradas populares