DEL ARMAGEDÓN ATÓMICO Y LA LITERATURA.

Por razones obvias, como más adelante se verá, me abstengo de dar nombres própios en esta entrada. El tema es el siguiente: la proximidad del Armagedón nuclear ha propiciado algunas iniciativas en el sentido de salvaguardar el patrimonio cultural universal. Las iniciativas son variadas y van desde proteger el físico de este acervo en lugares como los antiguos refugios antinucleares - rezago de la neurosis bélica y la manía persecutoria que la guerra fría desató en los años 40 y 50 del siglo pasado - hasta transferir lo que pueda ser almacenado en bites (fotografías, textos, melodías) a un espacio ad hoc de memoria integrada en la estructura de un satélite artificial, el cual para mí asombro descubrí que ya desde hace un año, o posiblemente más tiempo, está en órbita. Si los perros de la guerra se toman su oficio en serio, los culturologos del salvataje no son menos aplicados: en contacto con los Think Tank, que hacen análisis y predicciones futuristas, desde inicios de la pandemia del Cobid 19 ya sabían sobre la eclosion de la guerra una vez culminara la emergencia de salud global. Desde entonces trabajan el plan. La dimensión de esta acción, como comprenderán, es descomunal y es llevada en el más absoluto secreto por grupos que trabajan a nivel local y nacional. Si, también a mí me pareció argumento de Betseller o teoría de la conspiración mundial ; ojalá lo fuese. Para quien decida o pueda sumergirse en la deep web será sencillo hallar los elementos que evidencian la situación. Algo es cierto: dan por hecho la conflagración y han tomado precauciones; pero si la mayoría de la humanidad perece en ese Armagedón, ¿Para quien están salvando el patrimonio? ¿Quienes lo disfrutarán?  ¿Hacía donde van a transportar los bienes culturales materiales que no puedan resguardar en la tierra?Quienes quieren saber más, al respecto, pueden visitar la página web: www.cultsaved. org. whiteworld en la web profunda. No es en este sentido en el que deseo desarrollar mi reflexión; me interesa mucho más otro aspecto, que en las páginas consultadas (aproximadamente diez, a partir de links hallados en la que arriba cité) siempre aparece, aunque como tema subsidiario, marginal: es una opinión recurrente, en páginas y blogs culturologos, proponer listas de libros que deberían leerse durante la vida, presentándoles en grupos de cinco, diez, veinte o hasta cien títulos de textos, con sus respectivos autores. La costumbre se ha hecho norma de conducta en la salvación del patrimonio cultural literario, que va transfiriendo textos al depósito electrónico en razón de un listado prefabricado (¿por quién o quienes? ¿Atendiendo a cuáles criterios?) en el cual las literaturas en lengua inglesa ocupan los lugares iniciales: Milton, Chaucer, Shakespeare, Marlowe, Dickens, Byron, Wilde, Faulkner, Dos pasos, incluso Capote,  ya están en el espacio, fragmentados en bites. También las sagas nórdicas iniciaron su vuelo, a través del eter, disueltos en electrones hasta alcanzar las memorias virtuales allende el espacio sideral, o por lo menos así lo imagino. Tras de ellos despegarán, al parecer, los autores menores (¿) cómo Thomas Moore, Henry Fielding, Conan Doyle, Henry James, y otros. No se a que altura está este traslado, teniendo en cuenta que simultáneamente se desplazan bienes intangibles de otro orden: el archivo filmico, fotográfico, de la cultura anglonordica. ¿Cómo se estará realizando? ¿Con que rapidez? ¿Cómo se distribuye el trabajo y cuáles son los criterios de labor? Solamente conjeturas puedo formular, pues la web profunda no ofrece otros elementos de información más que opiniones parciales, algunas destempladas (hay acusaciones de etnoclacismo respecto a los criterios de elección en las prioridades; otros más condescendientes exponen que quienes pagan la operación impusieron sus criterios de prioridad, aunque se da por descontado que TODO el patrimonio mundial será puesto a salvó). Me hiere profundamente que autores cómo García Márquez aparecen en las listas de traslado en un lugar muy distante de los ingleses (el puesto setenta y ochomil ochocientos siete exactamente) y no con toda su obra, pues solo se menciona a Cien años de soledad; al igual que Jorge Luis Borges, situado unos setecientos lugares antes del creador de Macondo, pero de quién igualmente sólo aparece nominada una obra: El Alepha pesar de que el bonaerense era admirador de las letras anglosajonasOtros autores (José María Vargas Vila, de Colombia; José Rafael Pocaterra, de Venezuela; Macedonio Fernández de Argentina; Horacio Quiroga, de Uruguay; y muchos otros escritores representativos de nuestra identidad iberoamericana) no aparecen, o si lo hacen es después del autor ciento veintitrés mil, que después de ese número no pude obtener más listados. 

Este tema del fin del mundo es una recurrente que ha llegado a tomar carta de ciudadanía en los argumentos preferidos de, por ejemplo, la filmografía contemporánea. Ya aparece el discurso finalista, bajo la forma de Diluvio Universal,  en el poema babilonio del Gilfamesh, de más o menos el año 2500 a c.; en esta pretérita versión Enlil, la deidad suprema del panteón acadio, desata su furia contra la humanidad con la inclemencia de una inundación que dura siete días. De esta debacle sólo se salvará Utanapishtin con su familia, quien bajo la tutoria de Ea (otra integrante del santoral babilonico) había construido un arca, dónde se salvó junto con ejemplares de los animales de la tierra. La versión del Diluvio Universal  se halla, después, en el Génesis: libro que da apertura a la Biblia católica y que fué elaborado alrededor del siglo VII a.c. ; en ella es Noé, un semita, quien construye el arca, para salvar a su familia y los animales. El diluvio de Noé dura cuarenta días con sus noches. Otra interpretación del fin del mundo, por causa de desbordes hídricos, se halla en el Popol Vuhel libro sagrado de la cultura Maya, que aunque fué publicado por primera vez en 1722, había sido escrito en el idioma autóctono antes del siglo XI d.c. La exegesis Maya expone que la segunda generación de hombres, la humanidad de madera, se atrajo la ira del Corazón del cielo, que decidió borrarlos de la faz de la tierra mediante el recurso del Diluvio Universal.

A veces el relato que rueda, por las páginas web, toma un carisma de irrealidad que lo hace aparecer como en el borther line de la ciencia ficción: menciono un internauta que se identifica como snake black y que hacía una reflexión sobre el transporte de las obras artísticas: una cosa es desplazar estatuas sobre tierra o mar, como por ejemplo hizo Lord Elgin con los famosos marmoles de Grecia que reposan en el Museo Británico; y otra cosa es sacarlos del planeta y llevarlos por naves espaciales del tipo quien sabe que, al lugar del universo quien sabe dónde, ubicado en el planeta quien sabe  cuál,  ya sea de esta o de otra galaxia. Está disgresion, que tan imperfectamente resumo, desató múltiples reacciones y comentarios. Recuerdo alguno que me pareció de los más razonables, dentro de aquella ordalia de intervenciones, cada cual más "loca",  más osada que la otra: el nauta, del que no recuerdo el apelativo, expone que sólo con que transporten una impresora en 3D muy potente ya tendrán resuelto el problema, dado que los dirigentes políticos, de nuestra época, como ningunos otros de épocas anteriores, se han mostrado amantes de la mala copia, del kitsch y hacen promoción de su pésimo gusto.

La literatura milenarista siguió repitiendo cíclicamente el tema del fin del mundo apelando a argumentos diferentes del Diluvio Universal.  En los años anteriores al primer milenio, de la era cristiana, el monje Rodolfus Glaber, desde algún púlpito de París, prédica la llegada del anticristo para el año 1000 d.c. La circunstancia motivo la escritura de opusculos que afirman o niegan el aserto: el cardenal italiano Cesare Baronio aportó textos para promocionar las predicas del monje Rodolfus, ligando este concepto al fin del mundo.  Estos dos clérigos no son más que representantes de los comentadores y promotores de teorías basadas en el Libro del Apocalipsis de San Juan,  quizás el más enigmático de los textos bíblicos en el que se recoge una versión del Juicio Final con intervención de un personaje, llamado La Bestia o Anticristo, encarnación del mal que gobernará el mundo en algún momento no especificado. Aunque los historiadores remiten la figura del Anticristo  a alguno de los reyes persas, que asolaron las naciones situadas más allá del Tigris y el Eufrates, una corriente de los exegetas bíblicos proyecto la aparición de esa figura mítica en el futuro difuso,  a través de comentarios al libro de San Juan. Esta derivación dogmática es encarnada en el personaje del monje Jorge de Burgos, un clérigo ciego que sufre algúna malaventura sicologica a causa de la creencia en la visión apocalíptica, tal como lo relata Umberto Eco en su novela: En nombre de la rosaLa secuela de los apocalipticos con sus pronósticos cortoplacistas del Armagedón dió lugar a muchos textos, en el siglo pasado; mencionaré, por ejemplo al titulado Fin del mundo, año 1988, de Charles Berlitz; o Las dramáticas profecías de la gran pirámide, de Rodolfo Benavides, o los textos de Erich Von Daniken en los cuales se liga el tema a los descubrimientos sobre la existencia de alienígenas.

¿Que cantidad de autores y textos habrá alcanzado la "trasmisión" a este momento? ¿Alcanza efectivamente el tiempo restante para salvar TODO el patrimonio literario? ¿Y lo que se salve, quien podrá leerlo en ese futuro tan inseguro? Quise hacer este artículo dando la misma forma informativa y de opinión literaria que los anteriores, porque así me plantee los objetivos del blog; pero no puedo dejar de expresar que esta noticia, obtenida en la deep web, me ha causado una serie de sentimientos encontrados: asombro, por lo irreal, o casi de ciencia ficción del contenido; rabia, porque la sensación de vulnerabilidad me produce como reacción inconciente la ira; tristeza por pertenecer a una especie tan amoral que ya un sector minoritario decidió desatar la extinción de las mayorías y toma acciones para disfrutar, de manera abyecto, el patrimonio que toda la humanidad forjó durante el curso de la historia. Quizás si aún viviera Rodolfus Glaber, y los de su especie literaria, estarían celebrando que un grupo de orates, con poder, va a dar sentido real a lo que ellos idearon como ficción.

21 de agosto de 2023.
Magoc.

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